El día que descubrí la suerte que tengo.

Estaba trabajando en una casa en construcción a la que que estaban tirando el plato, como estábamos en una construcción muy humilde tuvimos que hacerlo con carretillas y no como lo ven últimamente que es con una cosa grande que no se como se llama pero que se usa para regar el concreto por todo el techo de la casa.

Yo estaba trabajando como voluntario para hábitat para la humanidad y estábamos haciendo una etapa de 10 casas de las cuales yo participe en todas, si bien no me gustaría volver a ponerle la mano aun cubo de mezcla nunca mas aprendí mucho sobre el trabajo en equipo y a lidiar con diferentes tipos de personas, desde blanquitos americanos hasta obrero haitianos.

En medio de la construcción me distraje un poco, la verdad creo que me distraje mucho, iba caminando con un carretilla llena de concreto y como en ese entones era medio muchachon también era un poco torpe, no me di cuenta que el camino de madera se había terminado y lo que me quedaba en la espalda era el borde del plato, me resbale y caí encima de una pila de arena al ladito de un pico clavado con la punta para arriba que estaba en la pila de arena, gracias Dios no caí despalda sino de frente, pude ver el suelo venir y lo único que pude hacer fue meter las manos me disloque las muñecas la punto que hasta el sol de hoy me duelen, había entre los voluntarios una enfermera que también era mi provisional suegra y me dijo,

- que suerte tienes mi hijo.

Yo la mire con ganas de decirle muchas cosas, pero no pude y le pregunte que si ella creía que alguien que acababa de romper las dos manos tenia mucha suerte y ella calmadamente contesto.

- te rompiste las muñecas porque metiste las manos, si no lo hubieras hecho te hubieras roto el cuello.

Si que tuve suerte, de tener la suerte en mis manos. Literalmente, gracias a Dios por eso.